sábado, 20 de agosto de 2011

Pero ¿y cómo hago para escribir una novela de ficción?

Bueno, mis amigos, esa no es una pregunta fácil y la respuesta no siempre es la que deseamos. Todo depende de la trama y de cómo la maneja el escritor. Las preguntas que más bien uno debería hacerse a sí mismo serían: si nos gusta leer novelas de ficción, si somos lo suficientemente listos para observar las pistas que va dejando el autor en cada escena a través del libro, si nos gusta contar historias con muchos detalles y si tenemos la paciencia y el tesón suficiente para culminar un proyecto tragón en el que hay que investigar mucho y donde no se pueden dejar cabos sueltos a través de la trama.

Las novelas de ficción que en nuestros días se convierten en "Bestsellers" no son las del estilo del siglo antepasado, como María de Jorge Isaac, donde un narrador omnisciente es el que cuenta la historia y donde hay párrafos y párrafos describiendo el ambiente que rodea a los personajes. Cada época tiene su estilo y el estilo moderno de las novelas es que tengan muchos más diálogos que descripciones del ambiente donde se desarrolla la trama. Esto se hace de esa manera para que la lectura sea rápida, porque la gente está muy ocupada para pasar mucho tiempo con una novela en las manos. Lo importante es que contenga una trama que enganche al lector desde la primera página, para que no suelte el libro hasta que no lea donde dice "Fin".

Uno de los primeros errores que cometí escribiendo fue creer que los personajes eran poco menos que omnicientes y en una misma escena describía los pensamientos de varios de los personajes a la vez. Esto es lo que llaman "ping-pong" y es un "NO-NO" en una novela, eso no sólo confunde al lector sino que no permite que se identifique con los personajes porque se supone que no existe un narrador que esté contando la historia y que pueda leer las mentes de los protagonistas. La historia debe desarrollarse de acuerdo con lo que percibe o piensa cada uno de los personajes por separado y para esto es que existen las escenas de los capítulos. Cada escena es percibida por un personaje en particular y es ese personaje el que describe lo que observa, lo que piensa, lo que siente, lo que toca, lo que oye, lo que huele, lo que dice y lo que le rodea.

Los personajes de nuestro relato no sólo deben tener personalidades y metas marcadas sino también debilidades, conflictos y fracasos que irán resolviendo o no, a medida que se desarrolle la trama. Los conflictos son los que mantienen al lector pasando las páginas, preguntándose qué pasará después, cómo estas personas podrán resolver el conflicto. Se necesita tensión, grandes obstáculos, desacuerdos devastadores -no introduzca discusiones sobre trivialidades. Para crear conflictos poderosos presente a sus personajes con poderosas metas opuestas. Esto le dará suficiente trama verdadera a su novela, de manera que no tendrá que depender de coincidencias y malos entendidos.

Y recuerden: los lectores que se apasionan por las novelas de ficción no desean experimentar los eventos de una novela a distancia. Ellos desean SENTIR lo que está sucediendo. Quieren reir, llorar, tener esperanza, angustiarse. Desean sentir que se les eriza la piel cuando su personaje preferido está bajo un peligro inminente. Desean suspirar de emoción cuando la protagonista bese al héroe o llorar si ella se siente descorazonada. Para lograr esto pregúntense constantemente cómo se siente él o ella sobre la situación que se presenta, cuáles son las reacciones emocionales de los personajes y utilice palabras vívidas para que el lector sienta exactamente esas mismas emociones. 

Finalmente, algo muy importante, no olviden pulir la escritura y la redacción. Los errores gramaticales importan y mucho. El lector no leerá más allá de la segunda página si el texto está plagado de errores. Haga que otra persona corrija su manuscrito porque nuestro cerebro cree que está leyendo correctamente alguna palabra, aunque tenga la posición de algunas letras invertidas. 

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